Los niños tienen una atracción especial hacia los lugares sucios. Si hay un rincón lleno de pintura, van a ir a él, y si encuentran la forma de crear barro en el parque, se pondrán perdidos jugando. Y, aunque no lo creamos, esto es tan beneficioso para su salud como cualquier otra actividad al aire libre. Rebozarse en el barro, hace que se reduzcan los niveles de ansiedad de los niños y estimula su capacidad de aprendizaje, lo que en definitiva les hace más felices.
Y esto no nos lo inventamos nosotros, los expertos afirman que existe una bacteria en el barro llamada ‘mycobacterium vaccae’ que hace que el cuerpo genere serotonina al contacto como respuesta del sistema inmunitario.
El aumento de serotonina en los circuitos nerviosos produce una sensación de bienestar, relajación, mayor autoestima y concentración. Y puede aumentarse a través de diferentes alimentos y actividades, como jugar.
Es decir, que si los niños juegan y encima lo hacen con barro, esto se incrementa. Y no sólo eso, sino que los efectos pueden durar hasta 3 semanas.
En general, contrario a lo que pueda creerse, cualquier actividad al aire libre hace que los niños gocen de buena salud porque el sistema inmunitario permanece alerta y en constante funcionamiento. Y esto es importante porque si permanecemos alejados de gérmenes y bacterias demasiado tiempo, el sistema inmunitario busca otros medios de trabajar y empieza a reaccionar por ejemplo generando alergias.
Además, estudios demuestran que los niños que viven en el campo teniendo contacto con animales tenían menor nivel de asma que los que viven en entornos más ‘limpios’. El sol hace que se incremente la vitamina D, y la creatividad aumenta al encontrarse en un entorno sin barreras.
Vamos, que no hay que tener miedo a la naturaleza y debemos intentar que los niños no estén recluidos en casa frente a pantallas. Que igual que llorar es bueno, ensuciarse también, y no pasa nada.
¡Volvamos a jugar a las calles!
Vía: Tierra en las manos