Deberes ¿sí o no? El eterno debate entre padres.

Ya sabéis que desde que empezó la vuelta al cole nos hemos volcado con la concienciación de hacer ver que más deberes no significa mayor rendimiento, sino todo los contrario. Y así lanzamos nuestra campaña #Deberes4Horas. –Podéis verla aquí

Pero desde hace ya algunos años son muchas las organizaciones y grupos de padres que se han volcado en intentar conseguir que se reduzcan las horas de deberes de nuestros hijos y que tengan más tiempo libre para poder dedicarlas a otras actividades que les gusten o por la que tengan curiosidad, para jugar con sus amigos en el parque, leer e incluso aburrirse. Pero sobre todo para desconectar y llegar al día siguiente al cole con más ganas.

Ahora, ha sido una propia madre la que hace apenas un mes puso en marcha una petición en change.org, la plataforma social de peticiones más grande del mundo, para recoger firmas a favor de la racionalización de los deberes en el sistema educativo español. Con casi 185.000 firmas, Eva Bailen ha conseguido llegar a una gran cantidad de medios de comunicación y hacer eco de la noticia gracias a un video que se ha hecho viral y que mira desde otra perspectiva en cuanto al tiempo que los niños dedican a hacer deberes después del horario escolar.

Pero como en todos los ámbitos, hay opiniones de todo tipo y de esto nos hemos dado cuenta a través de vuestra participación en redes sociales, creando debate y compartiendo la opinión personal de cada uno, algo que nos encanta.

Muchos padres o profesores piensan que eliminar los deberes de los escolares sería una equivocación porque no cogen hábitos de estudio o no se acostumbran a unas responsabilidades o una rutina.

En Cayro sabemos que esto es importante para la enseñanza de los más peques, pero no olvidemos que siguen siendo niños, que necesitan dar rienda suelta a su imaginación y creatividad y esto no siempre se consigue haciendo deberes, sino dejándoles jugar. Porque a través del juego también se aprende, es una herramienta indispensable para su desarrollo intelectual y social.

Con esto no estamos diciendo que deberían eliminarlos por completo, pero sí considerar la cantidad de tiempo que siguen empleando en casa después de todo el día en clase. Porque evidentemente ellos también necesitan poco a poco ir cogiendo responsabilidades, pero debe haber tiempo para todo. Es nuestro punto de vista y queríamos compartirlo con vosotros.

Ahora, ¿cuál es vuestra opinión al respecto?

 

Jugando se entiende la gente.

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Cuando eres pequeño todo es más fácil, sin complicaciones que en muchos casos los adultos vemos como una barrera a veces complicada de saltar. Y hoy nos hemos parado a pensarlo bien.

¿Por qué nos cuesta tanto dirigirnos a gente que no conocemos?

Los niños van al parque porque quieren jugar. Les gusta jugar y cuando llegan allí no piensan en si conocen o no a los niños que hay, simplemente corren, se relacionan, juegan al escondite, salta a la comba, chutan, disfrutan de los columpios y preguntan “¿cómo te llamas?. Así de simple. Así de natural.

Pero cuando vamos creciendo estas relaciones se vuelven cada vez más complicadas.

Reflexionamos. Y nos damos cuenta que con el paso del tiempo nos volvemos más escépticos, cuando alguien se acerca a nosotros ponemos cara de interrogante o perdemos el interés. Seguro que alguna vez te ha pasado; la mujer que entra en el bus se sienta a tu lado y sin más empieza a hablarte, a contarte alguna anécdota o simplemente a hablar de la vida. Y en muchas ocasiones nuestra primera reacción es poner cara de póquer o dejarla hablar, sin más. Eso sí, sin nos transmite simpatía, igual hasta surge una conversación de dos.

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Pues en otros aspectos de nuestro día a día pasa lo mismo.

Nos gusta esta reflexión de Pablo Motos en el Hormiguero.

En el trabajo.

Las relaciones en el trabajo son algo más complicadas, dependiendo de la gente que haya en la empresa o de cómo sean los grupos de trabajo.

Ahora hablamos de las empresas medianas y relativamente grandes, en las que todos se conocen pero, como en el patio del colegio, empiezan a surgir grupitos y a veces las personas no se conocen lo suficiente. Nos referimos a que los compañeros que aún trabajando 8 horas juntos, no se conoce como debería. ¿Sabes cómo se llama el perro de tu compañero de la mesa de al lado? ¿O qué música le gusta? ¿Hace deporte?

Ahí es cuando nosotros apostaríamos por el juego. La gamificación en el trabajo es una de las mejores formas de que surja el compañerismo, los trabajadores hagan buenas migas y el rendimiento sea mucho más efectivo. Porque jugando se entiende la gente, se conoce y desconecta.

Y al día siguiente seguro –al 100%- que vuelven con muchas más ganas a su puesto de trabajo.

En el desarrollo de la creatividad. 

Pasa más de los mismo. Jugar es uno de los aspectos que nos llevan a explorar otros territorios, a experimentar nuevos caminos para hacer las cosas y esto es algo que nos puede ayudar mucho en el desarrollo de nuevas formas de ver nuestro trabajo.

Inventamos cuando somos creativos, cuando jugamos. Y esto es algo que nunca debemos perder.

Seamos un poco más niños, desconectemos de la seriedad, de lo correcto y hagamos que las cosas sean más naturales. Demos los buenos días a los desconocidos que se cruzan con nosotros por la calle y hablemos con la mujer del asiento de al lado.

Es divertido, ¿lo intentamos? 😉

Garabatos convertidos en Obras de Arte

Esta es una de esas curiosidades con las que te encuentras, te encanta y piensas, «tengo que compartirlo en el blog». Y aquí lo tenéis. Hablamos de Eve y Ruth, una madre y una hija que se han convertido en un dúo artístico del que se han hecho eco muchos medios de comunicación y del mundo de la pintura y el arte.

Lo curioso no es que sean madre e hija, sino que -y lo que más nos gusta- una tiene 2 años y la otra 26, y aún así se complementan a la perfección para crear obras de arte.

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¿Y cómo lo consiguen? La peque pone todo su empeño y creatividad en hacer dibujos y garabatos en blanco y negro que luego la artista Ruth Oosterman -la mamá- retocado dándoles un poco de forma y color. Y así salen pintaras tan bonitas como estas.

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La semana pasada hablamos en el blog de una conferencia del Ilustrador Puño, con la que nos hacía pensar y reflexionar sobre en qué momento dejamos de dibujar y por qué lo hacemos –¿Por qué dejamos de dibujar?– Preguntas y afirmaciones que nos hicieron pararnos a pensar.

Pero por suerte las cosas no siempre son «como deberían». Cuando somos pequeños no importa si dibujamos bien o mal, simplemente dibujamos y nos gusta. Pero nos hacemos mayores y sólo podemos hacer cosas de mayores. ¿Y por qué tiene que ser así? ¿Y si a nuestro hijo le apetece pintar con nosotros?

En este caso ella ya se dedicaba a la pintura antes de emprender este juego con su hija pero, ¿por qué no compartir nosotros también aficiones con nuestros hijos? Compenetrarnos, pasar más tiempo con ellos, motivarles y despertar su curiosidad y creatividad en las cosas. Y por qué no, seguir jugando y hacer el vínculo con nuestros hijos un poquito más fuerte.

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Nosotros hemos seguido jugando.

¿Te apuntas a la partida?