Cuando eres pequeño todo es más fácil, sin complicaciones que en muchos casos los adultos vemos como una barrera a veces complicada de saltar. Y hoy nos hemos parado a pensarlo bien.
¿Por qué nos cuesta tanto dirigirnos a gente que no conocemos?
Los niños van al parque porque quieren jugar. Les gusta jugar y cuando llegan allí no piensan en si conocen o no a los niños que hay, simplemente corren, se relacionan, juegan al escondite, salta a la comba, chutan, disfrutan de los columpios y preguntan “¿cómo te llamas?”. Así de simple. Así de natural.
Pero cuando vamos creciendo estas relaciones se vuelven cada vez más complicadas.
Reflexionamos. Y nos damos cuenta que con el paso del tiempo nos volvemos más escépticos, cuando alguien se acerca a nosotros ponemos cara de interrogante o perdemos el interés. Seguro que alguna vez te ha pasado; la mujer que entra en el bus se sienta a tu lado y sin más empieza a hablarte, a contarte alguna anécdota o simplemente a hablar de la vida. Y en muchas ocasiones nuestra primera reacción es poner cara de póquer o dejarla hablar, sin más. Eso sí, sin nos transmite simpatía, igual hasta surge una conversación de dos.
Pues en otros aspectos de nuestro día a día pasa lo mismo.
Nos gusta esta reflexión de Pablo Motos en el Hormiguero.
En el trabajo.
Las relaciones en el trabajo son algo más complicadas, dependiendo de la gente que haya en la empresa o de cómo sean los grupos de trabajo.
Ahora hablamos de las empresas medianas y relativamente grandes, en las que todos se conocen pero, como en el patio del colegio, empiezan a surgir grupitos y a veces las personas no se conocen lo suficiente. Nos referimos a que los compañeros que aún trabajando 8 horas juntos, no se conoce como debería. ¿Sabes cómo se llama el perro de tu compañero de la mesa de al lado? ¿O qué música le gusta? ¿Hace deporte?
Ahí es cuando nosotros apostaríamos por el juego. La gamificación en el trabajo es una de las mejores formas de que surja el compañerismo, los trabajadores hagan buenas migas y el rendimiento sea mucho más efectivo. Porque jugando se entiende la gente, se conoce y desconecta.
Y al día siguiente seguro –al 100%- que vuelven con muchas más ganas a su puesto de trabajo.
En el desarrollo de la creatividad.
Pasa más de los mismo. Jugar es uno de los aspectos que nos llevan a explorar otros territorios, a experimentar nuevos caminos para hacer las cosas y esto es algo que nos puede ayudar mucho en el desarrollo de nuevas formas de ver nuestro trabajo.
Inventamos cuando somos creativos, cuando jugamos. Y esto es algo que nunca debemos perder.
Seamos un poco más niños, desconectemos de la seriedad, de lo correcto y hagamos que las cosas sean más naturales. Demos los buenos días a los desconocidos que se cruzan con nosotros por la calle y hablemos con la mujer del asiento de al lado.
Es divertido, ¿lo intentamos? 😉